La rana Plin


Queréis conocer la historia de la rana Plin?

Había una vez una rana que se llamaba Plin. Diréis: “qué nombre más raro, ¿verdad?”. Pues su madre le puso este nombre porque cuando aún era un pequeño renacuajo, le gustaba mucho salir del agua y saltar sobre las hojas que flotaban en la superficie del estanque, haciendo continúamente un ruido muy repetitivo e incluso pesado: “plin, pliiiin, plinnn, pliiiin”.

Un día, siendo aún demasiado pequeño, fue con su familia a un estanque próximo que se encontraba en una gran pista de baloncesto donde, aquel día, jugaban los dos mejores equipos de baloncesto del momento. A Plin le gustó tanto como corrían aquellos gigantes y los botes que pegaban que tuvo claro lo que iba a ser de mayor. Sin embargo, cuando informó a su familia que quería ser jugador de baloncesto, todos le tomaron como loco. “¿Dónde se ha visto una rana jugar al baloncesto?”, le decían todos.

Y, poquito a poquito, a medida que la rana Plin tenía cada vez más ganas de conseguir su sueño, su familia le quitaba todas las ilusiones de llegar hasta él.

Plin estaba muy triste porque su familia no le apoyaba. Caminando un día sola por el bosque, se encontró de repente con un hada mágica. La hada, al verla tan triste, le preguntó qué le pasaba:

- Pues que yo quiero ser jugadora profesional de baloncesto, y mi familia no lo entiende. Cada vez que muestro mi ilusión, todos me tratan como a un loco porque no han visto a ninguna rana jugar al baloncesto...

El hada sintió mucha tristeza al escuchar lo que Plin le decía, y le hizo un conjuro. Empezó a gritar con una voz muy dulce las siguientes palabras: “Rana, ranita, toma esta cucharada y te convertirás en una persona humana!

- No ha pasado nada... - dijo decepcionada Plin.

Quizá sea porque he pronunciado las palabras yo sola. ¿Queréis ayudarme a repetirlo?

- “Rana, ranita, toma esta cucharada y te convertirás en una persona humana”.

De repente, la rana fue cambiando poco a poco. Primero, aparecieron unos grandes pies de hombre; después, unas largas piernas, un tronco (con pelitos en el pecho), unos brazos fuertes, ...

Y, finalmente, surgió un hombre tan fuerte y tan guapo que más de una le querría para ella... Plin, al verse con aquella forma humana se puso muy alegre porque, aunque a él le gustaba ser una rana, entendía que debía ser un humano para poder jugar al baloncesto con aquellos jugadores.

Y así fue como consiguió ir a un partido de baloncesto y sentarse en una silla casi en primera fila. Cuando el partido estaba haciendo el descanso, Plin pensó que era su oportunidad para convencer al entrenador de que quería formar parte de su equipo. Así que, sin pensarlo demasiado, se lanzó a la pista con su pelota favorita y empezó a correr como un loco, esquivando a los guardias de seguridad y haciendo canasta varias veces seguidas. El entrenador se quedó pasmado observando las jugadas de aquel joven, y fichó a Plin tan rápido que este empezó a jugar en aquel mismo partido, consiguiendo la victoria de su equipo.

Cuando sonó a través de los grandes altavoces el nombre del nuevo jugador, la família de Plin, que pasaba el día en un estanque cercano, se quedó boquiabierta. Le reconocieron muy fácilmente. Primero, porque no hay muchos Plin en el mundo, y segundo porque, aunque ahora era un ser humano, todavía mantenía aquella mirada centelleante y llena de ilusión que tenía cuando era rana.

La familia de Plin comprendió entonces que no había sido justa con él, y habían dedicado mucho tiempo a desanimarle y a hacerle creer que no conseguiría jamás ser jugador de baloncesto. Entendieron que no deberían jamás intentar hacer pedazos el sueño de cualquier otro ser, y fueron corriendo ( o, mejor dicho, saltando) al encuentro de Plin, para felicitarle por su valentía y su esfuerzo.

Nadie sabe dónde estará ahora Plin, pero seguro que, esté donde esté, es muy feliz, porque ha conseguido alcanzar su verdadero sueño.

Con eso quiero enseñaros una pequeña pero gran lección. Nunca debéis abandonar vuestros sueños porque, aunque los veáis muy lejanos, llegará un momento en el que, pegando un gran salto, conseguiréis alcanzarlos.

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